octubre 08, 2010

Derechos y responsabilidades

Vivimos en una sociedad que enfatiza los derechos: los de la mayoría, las minorías, los patrones, los empleados, los propietarios, los inquilinos, las víctimas y los victimarios... Todos nos recuerdan sus derechos. De hecho, la mayoría de nuestras constituciones se basan en la declaración de derechos. La promulgación en ley de los derechos humanos fundamentales es un resguardo esencial contra las influencias corruptas del poder y las miserias humanas -manifestadas a través de cualquier tipo de totalitarismo-. Sin embargo, centrarse en los derechos como base de la conducta y la política es crear una sociedad que termina siendo regida por abogados (sin ánimo de ofender a nadie), llevando esto a una pérdida del sentido comunitario y a una reducción de la motivación para trabajar por el bien común.
Podemos aprender de la filosofía de uno de los más grandes maestros de todos los tiempos. La vida de Gandhi y sus enseñanzas representan un punto de vista diferente -un enfoque centrado en las responsabilidades y no en los derechos-. Mohandas Karamchand Gandhi es bien conocido por liderar a sus cientos de millones de compatriotas en India hacia la independencia de uno de los más grandes imperios en la historia sin el uso de la violencia.
Gandhi pasó más de 50 años en el servicio público activo y entendió la necesidad de la protección legal de los derechos fundamentales. Sin embargo, creyó que el compromiso con la responsabilidad personal -y no la insistencia en los derechos- debe gobernar la conducta y la política social.
Gandhi pidió que recordásemos que si nuestros derechos son inalienables, nuestras responsabilidades son indiscutibles. El se centró en el principio de la responsabilidad humana. Si lo adoptáramos como nuestro ideal e intentáramos acercarnos hacia él, reduciríamos el énfasis que ponemos en los derechos y pondríamos la responsabilidad personal en un nivel más alto -transformándola en guía de nuestros pensamientos y acciones-. En ambas arenas (la política y la comercial), el compromiso con nuestras responsabilidades impacta directamente en el liderazgo y crea un clima de cooperación en que individuos y grupos buscan diferentes maneras de producir beneficios para todos.
Liderar por el ejemplo
Nos estamos moviendo hacia una sociedad basada en el conocimiento. En los negocios, la importancia de la jerarquía está disminuyendo y hay más interacción entre todos los niveles de la organización. En este ambiente, el liderazgo a través del ejemplo tendrá que transformarse en el "modus-operandi" dominante. Esto, está basado en la premisa de que el líder reconoce y cumple con sus responsabilidades.
Gandhi siempre lideró por el ejemplo. Todo lo que pidió hacer, él lo hizo primero. No pidió que los demás dejaran sus prácticas discriminatorias hasta que él mismo vivió entre aquellos que eran discriminados (caminó entre ellos, habló con ellos, entendió sus necesidades y los atendió). Su compromiso personal fue un ejemplo para otros.
Para que un negocio esté centrado en los clientes, el líder tiene la responsabilidad de demostrar un compromiso personal hacia el cliente. Interactuar con ellos, escuchar sus preocupaciones y tomar decisiones basadas en sus deseos son algunas de las manifestaciones de liderar por el ejemplo en una compañía centrada en los clientes. Más allá de que la meta sea centrarse en el cliente u otra y más allá de su posición dentro de la organización, el principio sigue siendo el mismo: reconozca sus responsabilidades antes de pedir a los demás que reconozcan las suyas.
Cuando los líderes dan el ejemplo, nos inspiran a todos a mantener nuestros deberes individuales. La necesidad de vigilancia disminuye y hay una mayor productividad y efectividad general.
Roles cambiantes
Históricamente, era obligación del patrón ofrecer un empleo a largo plazo y, la del empleado, demostrar su lealtad. Actualmente esta simetría se ha destruido. Los cambios en la tecnología, los mercados, las preferencias del consumidor y las fuerzas geopolíticas hacen casi imposible para una compañía comprometerse con empleos a largo plazo. Esto produce en los empleados una disminución de la lealtad, el compromiso y el desempeño. La organización y el empleado deben crear un nuevo conjunto de responsabilidades que se adapten al nuevo ambiente. Insistir en los viejos derechos sólo llevará a una creciente frustración.
Los líderes tienen la responsabilidad de proporcionar información verdadera sobre el futuro y el rango de oportunidades que pueden presentarse, según el tipo de empleo. Deben dar a los empleados la oportunidad de adquirir el conocimiento y las habilidades necesarias para estas oportunidades. A su vez, la responsabilidad de los empleados será la de ofrecer valor a la organización, aprendiendo nuevas habilidades y sacando ventajas de las nuevas oportunidades.
Para una corporación decir a sus empleados "manejen su propia carrera" sin proporcionar el entrenamiento necesario o, para el empleado, exigir un empleo a largo plazo sin aceptar el esfuerzo de adquirir conocimiento, es insistir en los derechos sin reconocer las responsabilidades. El individuo y la organización se beneficiarán sólo si hay un re-enfoque en las responsabilidades. La cooperación y la sensación de "estar en el mismo barco" producen un aumento en la motivación y la productividad.

Un contexto social más amplio
Hay razones pragmáticas para que nos enfoquemos en nuestras responsabilidades en lugar de nuestros derechos. Una sociedad manejada por la responsabilidad promueve el servicio, la tolerancia, el compromiso y el progreso, mientras que una sociedad centrada en los derechos tiende a la confrontación. Cuando no asumimos nuestras responsabilidades hacia los demás, les obligamos a que insistan en sus derechos.
Actualmente, como seres humanos no cumplimos con nuestras responsabilidades (discriminaciones religiosas, raciales, sexuales, sociales, físicas y la lista no tiene fin...). Cada uno de los grupos discriminados tiene que esforzarse por sus derechos y transformarlos en ley, dejando este gran esfuerzo enormes cicatrices en el tejido social. Si reconociéramos nuestra responsabilidad de tratar a los demás con respeto, el tejido social no se dañaría en el esfuerzo por lograr los derechos.
Gandhi tomó este concepto y lo llevó aún más lejos. El insistió en que aquellos a quienes se negaban sus derechos también debían reconocer sus responsabilidades y tratar a sus oponentes con respeto. Incluso en las fases más intensas de su lucha contra el imperio británico, Gandhi siempre fue respetuoso y atento. Le envió un presente de bodas -un mantel que había hilado personalmente- a la princesa Elizabeth. Nunca olvidó la relación humana durante la contienda. En el ambiente político de hoy son frecuentes los ataques personales y esto crea un clima de animosidad y desconfianza que hace difícil trabajar por el bien común.
En la formación de las políticas sociales, los debates se basan a menudo en los derechos individuales y grupales. Esto crea un clima de confrontación. Gandhi siempre creyó en ayudar al menos afortunado. Esta era una responsabilidad basada en su creencia fundamental de que uno debe tratar a los demás como a sí mismo. Sin embargo, insistió en que aquellos que necesitaran la ayuda debían también ayudarse a sí mismos.
Esta historia ilustra su enfoque: para ayudar a los granjeros pobres, los animó a que sus familias hilaran cuando no trabajaban en los campos. Trabajar era su responsabilidad. A su vez, pidió al resto de sociedad india dejar sus tejidos más refinados y vestir los tejidos más toscos hechos a mano por los granjeros, como una manera de ayudarlos económicamente. Ambas partes estaban cumpliendo con sus responsabilidades; ninguna estaba insistiendo en sus derechos.
Enfocarse en las responsabilidades rompe la estructura de "dar algo por nada" o de "tomar algo sin hacer contribución alguna". Ambas actitudes son perjudiciales al espíritu humano y crean una sociedad descuidada e improductiva.
El concepto de cumplir con las obligaciones porque es lo correcto parece declinar. Necesitamos invertir esta tendencia. Cuando dirigimos nuestra atención hacia nuestras responsabilidades, nos forzamos a mirar nuestro interior y preguntarnos qué contribución podríamos hacer para crear algo mejor.
Cuando se le preguntó a Gandhi cuál era su mensaje respondió: "Mi vida es mi mensaje". Esto también es cierto para cada uno de nosotros: nos guste o no, nuestra vida es nuestro mensaje. Reconocer nuestras responsabilidades debe ser un estilo de vida, no una manera de "ganar puntos". Debe fundarse en una sociedad donde los mayores sean un ejemplo para los niños, los líderes del futuro.
Mirar el mundo a través de la lente de la responsabilidad personal crea un paisaje que requiere de mucho trabajo, metas altas y un gran compromiso. Estos valores son aplicables tanto a los negocios -privados y públicos- como a nuestras propias vidas. 

Si cada uno cumpliera su deber,   los derechos de todos estarían garantizados.

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